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RECUERDO
A TOMÁS
La marcha a la vida de este ano, en el que 45,000 oponentes al aborto demostraban frente a la Corte Suprema no tuvo el impacto emocional en mí como estos eventos suelen tener. Estaba saliendo de la ciudad de negocios, y casi no lo persiví. Más tarde, cuando ví las telenoticias me pareció que todos se comportaron bien. Los oponentes al aborto hacían ver claramente que se oponían al uso de violencia para cerrar clínicas. Y demostraciones en contra, realizada por los defensores de los derechos al aborto, como lo decimos con cuidado, eran escazos. Todo ésto me causa un poco de confusión. No conozco a nadie quién en su corazón no odie el aborto. Y parece raro ver cristianos conservadores deseosos de forzar su voluntad a través de autoridades estatales armadas, cuando tienen un arma más poderosa a la mano que es la oración. Do todas maneras,
me gusta orar. Eso es todo lo que me queda. *** Por una razón del instinto, o imaginariamente, tenía la certeza que era barón, un hijo a quién quise matar, porque, en ese tiempo su existencia hubiera sido una inconveniencia para mí. Quería divertirme. El no encajaba dentro de mis planes. Su nombre, el que se engravó en mi corazón, era Tomás. Mis sentimientos de responsabilidad y culpa los ignoraba por el mero hecho que la mujer tenía plena autoridad de hacer su propia decisión, de alguna manera, sin consultarme o aún sin informarme. El hecho fué que élla consultó en una manera abierta reflejando nuestra responsabilidad compartida, y yo pude haber elaborado un fuerte caso en favor a tener el nene. Sin embargo, yo le aconsejé que eligiera en favor a la muerte. Y salí de la ciudad. No es gran ayuda, emocionalmente o espiritualmente - que los grandes sacerdotes del sistema judiciario americano hayan votado en favor a esta forma particular de la que yo personalmente he llegado a considerar como una matanza a los inocentes. Después de todo, ésta es la labor del gobierno de decidir a quién podemos o debemos matar, y no necesariamente proveer servicios terapéuticos más tarde. En el ejército, yo recuerdo ser entrenado a gasto del público en el "espíritu de la bayoneta", lo que es, simplemente, "matar". El espírtu del aborto es lo mismo, en mi punto de vista, aunque el enemigo no nos dispara. Me siento como un asesino - con eso no quiero decir que culpo a otros, o pienso que otros son asesinos. Es la manera cómo yo siento, y todos los racionamientos en el mundo no me han cambiado. Sigo en duelo por Tomás. Es un océano de amargura. De algún lugar en el distante pasado recuerdo la frase de Shakespeare, "los múltiples mares encarnadinos". Este verano, cuando de vacaciones suba yo al río, él no estará en la barca conmigo; en esa bella embarcación corrediza de madera la que realmente no puedo ponerla al agua, ni tampoco me dan ganas de deslizarla. El no estará hechado en el pasto cerca a la carpa, viendo de noche el cielo estrellado y preguntando, "Y qué se llama aquélla, papa?" Porque no hubo espacio
en la Tierra por Tomás. Los grupos seculares de hombres han tendido a enfocarse en el tema "no digas, no pagues". "Estos hombres se sienten violados", dice Mel Feit del Centro Nacional de Hombres. "Ellos perdieron todo por lo que trabajaron en su vida. En muchos casos ellos se pusieron de acuerdo con la mujer de no tener un bebé y cuando ella cambia de pensar me llaman y dicen, "Cómo ella me puede hacer ésto? 'Cómo puede ella hacer lo que le dé la gana?'" Feit está planeando demandar derechos en la corte federal. Estoy más interesado en el traumático dolor que muchos hombres, como también mujeres, frecuentemente sufren después del aborto. Se necesita un procedimiento de reconocimiento, de dolor y de perdón para alcanzar sanación. "Existen emociones de incertidumbre en los hombres cuando se relacionan con su dolor", dice Eileen C. Marx, antigua directora de comunicaciones por Cardinal James A. Hickey de Washington, ahora columnista por Publicaciones Católicas. "Ellos no tuvieron el embarazo físicamente, con tanta frecuencia no se sienten que tienen derecho a sentimientos de tristeza y rabia y culpa y pérdida que las mujeres a menudo sienten". Ella habla de un hombre, un amigo, cuya esposa tuvo un aborto. "El le rogó que no lo tuviera. El le dijo que los padres de él podrían mantener la creatura, o la pondrían por adopción. El matrimonio se deshizo como resultado del aborto y otros asuntos. El estaba realmente devastado por la experiencia". Marx escribió recientemente acerca del ministerio de sanación post-aborto llamado Proyecto Raquel, en el que más hombres están involucrados -esposos, novios y aún abuelos. Existen 100 ramas de Proyecto Raquel, incluyendo uno en Washington. Me ayudó mucho tan solo hablar con Marx por teléfono, una persona que se preocupa, aunque me fué un poco duro cuando ella mencionó se sentía embarazada y podia oir el palpitar y sentir "esta maravillosa celebración de vida dentro de mí". Ella dijo que no sea demasiado duro conmigo, que la sanación empieza en el perdón y que Dios me perdona. Le dije, tienes razón,
pero algunas cosas son todavía duras.
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